LTA

Todo resultó previsible. Las corridas de los jetones más mediáticos, atropellándose entre sí para llegar al Salón de los Pasos Perdidos para sumergirse en el oasis de los micrófonos y las cámaras, al calor de las luces de las cadenas de noticias. Esa desesperación obedecía a una necesidad manifiesta: el país "real" de ellos, de los miembros del archipiélago opositor, existe a través de los orticones de las cámaras. Existe en el invernadero inalterable de los estudios de los canales de televisión. Las declaraciones también fueron previsibles. Casi ninguno de ellos, todavía en ese momento de éxtasis mediático, había comprendido exactamente que habían participado como observadores de una jugada política de una dimensión que les pasó a un kilómetro por encima de sus cabezas, ocupadas en ensayar las frases resonantes y los gestos republicanos que hacen las declicias de la corporación periodística. Quizás el único que entrevió hasta qué punto estaban con los panatlones en los tobillos fue Federico Pinedo. Debió ser algo genético. La oposición (dicho esto en el lenguaje del "país clarín", donde hay UNA oposición; en lugar del país real donde hay muchas, y en pugna entre sí) sigue jugando de visitante, si se me perdona el lenguaje futbolero, en este partido en el que la pelota sigue firme bajo el dominio de la Presidenta de la República. Mucha debe ser su sorpresa, puesto que por sus reacciones se puede medir fácilmente que jamás entendieron con qué clase de animal político estaban lidiando. Decir a estas alturas que Cristina Fernández es el más importante cuadro que ha producido la política nacional en los últimos 25 años, es una obviedad. Se puede ver a simple vista, como se ve un avión cruzando el cielo al mediodía. Ante ella, se presenta un curioso y penoso hato de dirigentes sin pueblo, con una impotencia conmovedora, sin la menor propuesta por fuera del ajuste permanente y la defensa de las Corporaciones. Debe ser una curiosidad histórica: jamás hubo, desde el general Perón, una persona más capaz en la presidencia de la nación. Jamás, tampoco, hubo semejante mediocridad del otro lado. Y jamás, semejante piara de mediocres, tuvo tanto poder mediático a su disposición. Aún así, la evaluación política de las reacciones opositoras al discurso de la Presidenta deja blanco sobre negro, la absurda incapacidad de "hacer política" de los dirigentes opositores. Por eso es que, ante esa incapacidad manifiesta, acudirán a un poder en teoría "no-político" para que los asista en su desesperado intento por inmovilizar (y en lo posible derrocar) al gobierno nacional. Ya no se trata del factor militar, tradicional elemento con que estos mismos sectores saldaron siempre el conflicto de intereses. Ahora es el Partido Judicial, dispuesto a hacer sentir su republicanismo al único gobierno desde el retrorno democrático que se atrevió a sacudir el anquilosado tablero social de la Argentina. Los guardianes eternos del statu quo oligárquico, desenvainarán sus espadas melladas para cubrir la ineptitud opositora de producir hechos políticos por fuera de la virtualidad mediática. Como sea, el discurso de Cristina de ayer demuestra que la Presidenta es un hueso durísimo de roer, por más que estos roedores, en particular, no tengas los dientes necesarios para hacerle mella. El resto lo hará la realidad, el pueblo si decide tomar en sus manos su propio destino, aprovechando la guía de esta mujer extraordinaria que la historia de la Patria le puso al frente. Y ellos, los jetones de la derecha, sus lacayos de izquierda y los perdidos radicales, seguirán girando en el vacío, llenando minutos complacientes en los programas de cable y contestando las preguntas amañadas y amables una y mil veces, hasta el infinito. Sin llegar a entender (si se me vuelve a perdonar el lenguaje futbolero) hasta qué punto inverosímil, LTA. La Tienen Adentro.

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