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Jamás el Congreso rechazó un DNU

miércoles, 3 de marzo de 2010

Por Luis Autalan

Des­de pro­gra­mas eco­nó­mi­cos que cam­bia­ron el sig­no de la mo­ne­da co­mo el Plan Aus­tral has­ta el in­dul­to a los ge­no­ci­das pro­ce­sa­dos de la úl­ti­ma dic­ta­du­ra. Des­de el in­cre­men­to de la edad ju­bi­la­to­ria has­ta cam­bios en la Ley de ART que ce­rra­ron a los tra­ba­ja­do­res el pa­so a los re­cla­mos ju­di­cia­les. Des­de pro­gra­mas de en­deu­da­mien­to­, pa­san­do por can­jes y me­ga­can­jes has­ta el co­rra­li­to y el co­rra­lón. To­das esas y mu­chas otras me­di­das im­ple­men­ta­das “en fa­vor del pue­blo ar­gen­ti­no” fue­ron adop­ta­das por pre­si­den­tes de la de­mo­cra­cia por la vía del de­cre­to de ne­ce­si­dad y ur­gen­cia (DNU) y nun­ca ob­je­ta­das por el Par­la­men­to.

Los DNU han si­do una am­plia vía de le­gi­ti­mi­dad pa­ra as­pec­tos con­tro­ver­ti­dos, por de­cir­lo de al­gún mo­do, en la his­to­ria ar­gen­ti­na. Y aquí al­gu­nas mues­tras, en la ges­tión pre­si­den­cial de Car­los Me­nem: el aho­rro for­zo­so de los pla­zos fi­jos, la ac­tua­li­za­ción de la ju­bi­la­ción mí­ni­ma, la des­re­gu­la­ción de las obras so­cia­les, la fle­xi­bi­li­dad la­bo­ral (com­bo que in­clu­yó el 21,5% de de­so­cu­pa­ción que ge­ne­ró esa de­ci­sión).

Ba­jo la pre­si­den­cia de De la Rúa se tra­ta­ron te­mas co­mo la con­mu­ta­ción de pe­nas de los pre­sos del al­za­mien­to de La Ta­bla­da; un plan de in­fraes­truc­tu­ra; se am­plió la edad de ju­bi­la­ción de 60 a 65 años; se mo­di­fi­có la Ley de Ac­ci­den­tes y Ries­gos de Tra­ba­jo, im­pi­dien­do la vía ju­di­cial pa­ra re­cla­mar una ma­yor in­dem­ni­za­ción por los ac­ci­den­tes la­bo­ra­les, be­ne­fi­cian­do a las em­pre­sas en de­tri­men­to de los tra­ba­ja­do­res; se apro­bó la com­pra de equi­nos pa­ra que los mis­mos fue­ran ob­se­quios di­plo­má­ti­cos y otras mie­les. So­bre los DNU se dis­cu­te hoy con una ener­gía cua­si fut­bo­lís­ti­ca, pe­ro so­bre la can­cha la dis­pu­ta no en­cuen­tra ad­ver­sa­rios si­no ene­mi­gos.

El mi­nis­tro de Eco­no­mía, Ama­do Bou­dou, de­fen­dió la crea­ción del Fon­do de De­sen­deu­da­mien­to Ar­gen­ti­no que la pre­si­den­ta Cris­ti­na Fer­nán­dez de Kirch­ner anun­ció el lu­nes, jun­ta­men­te con la de­ro­ga­ción del DNU que ins­ti­tuía el Fon­do del Bi­cen­te­na­rio (Fo­Bic). “Los mer­ca­dos reac­cio­na­ron bien y la po­lí­ti­ca, no, por­que los mer­ca­dos en­tien­den de es­te te­ma y la po­lí­ti­ca, no”, di­jo el mi­nis­tro an­te el es­ce­na­rio que se plan­teó ho­ras des­pués de que la Pre­si­den­ta sor­pren­die­ra con su de­ci­sión.

“No en­tien­den que la ad­mi­nis­tra­ción de un país es un te­ma se­rio, que hay que di­se­ñar me­di­das e im­ple­men­tar­las con efi­cien­cia, por­que las me­di­das no hay que im­ple­men­tar­las el día an­te­rior co­mo uno no se pue­de po­ner el cin­tu­rón de se­gu­ri­dad jus­to an­tes de cho­car”, di­jo Bou­dou.

Y co­mo sue­le su­ce­der, si és­ta es la his­to­ria re­cien­te, eso quie­re de­cir que hay otra his­to­ria, la cual po­de­mos re­pa­sar: el even­tual re­cha­zo al Fon­do del Bi­cen­te­na­rio de­ter­mi­na­ba una si­tua­ción iné­di­ta. Se­ría és­ta la pri­me­ra oca­sión en la que el Con­gre­so no ha­bi­li­ta­ría la san­ción de un DNU al Po­der Eje­cu­ti­vo, san­cio­nes que siem­pre tu­vie­ron el aval de la Cor­te Su­pre­ma de Jus­ti­cia de la Na­ción, la cual res­pe­tó la con­va­li­da­ción del Par­la­men­to pa­ra los DNU. El mar­co de dis­cu­sión es am­plio, con pos­tu­ras a fa­vor y en con­tra de tal pro­ce­der. Y fren­te a ello las es­ta­dís­ti­cas ofre­cen da­tos con­cre­tos, mien­tras que los co­rri­llos, los fue­ra de gra­ba­ción y las mi­ra­das ba­jo el agua po­lí­ti­ca plan­tean un país ca­si bi­za­rro si se tra­ta de con­tem­plar con sen­ti­do co­mún que el bien co­mún tam­bién es ge­ne­ral y tal me­ta ha­ce a de­ci­sio­nes que mu­chas ve­ces su­pe­ran ban­ca­das, ideo­lo­gías o egos.

Un ejem­plo es­tá al al­can­ce de la ma­no: el re­cla­mo del Go­bier­no por la ex­plo­ta­ción pe­tro­le­ra en Mal­vi­nas –no­ti­cia que fue an­ti­ci­po de es­te dia­rio– ce­rró fi­las en­tre el ofi­cia­lis­mo y sus ad­ver­sa­rios. En­ton­ces pa­se­mos a los da­tos que ilus­tran es­te ar­tí­cu­lo so­bre la ba­se de in­for­ma­ción brin­da­da por el Gru­po de Es­tu­dios de Eco­no­mía Na­cio­nal y Po­pu­lar (GEE­NaP). De 1853 a 1983 se im­ple­men­ta­ron 15 DNU. De 1983 a 1989, 10. En­tre 1989 y 1999 el má­xi­mo his­tó­ri­co de 545. En­tre 1999 y el 2001 se ru­bri­ca­ron 73. En­tre el 2002 y el 2003 se fir­ma­ron 158, con una ta­sa de 9,3 DNU por mes. Del 2003 al 2007 se emi­tie­ron 270 de­cre­tos, mien­tras que ba­jo la pre­si­den­cia de Cris­ti­na Fer­nán­dez tan só­lo se ru­bri­ca­ron 10 DNU en vein­ti­séis me­ses: 0,38 por mes.

En la con­sul­ta rea­li­za­da a di­ver­sas fuen­tes, so­bre­sa­lió un de­no­mi­na­dor co­mún: se apre­cian erro­res en cuan­to a la for­ma de­ci­di­da pa­ra lle­var ade­lan­te el Fon­do del Bi­cen­te­na­rio des­de la in­ge­nie­ría po­lí­ti­ca del Eje­cu­ti­vo na­cio­nal, co­mo tam­bién en la sen­da de ana­li­zar con­tex­tos que no son ino­cuos al ca­so de los DNU. Y aquí una mues­tra: jor­na­das atrás un ope­ra­dor po­lí­ti­co de la opo­si­ción brin­do una in­fi­den­cia off the re­cord. Fue su lec­tu­ra es­tra­té­gi­ca, pe­ro ilus­tra­ti­va del es­ce­na­rio ac­tual: “Por es­tas ho­ras, tan­to Cris­ti­na co­mo Nés­tor Kirch­ner po­drían in­ven­tar la va­cu­na má­gi­ca con­tra la gri­pe A, y en­ton­ces nues­tro ob­je­ti­vo se­ría de­nun­ciar que hu­bo un os­cu­ro acuer­do con los la­bo­ra­to­rios…”, sem­blan­teó nues­tro in­ter­lo­cu­tor y lue­go ter­mi­nó su po­ci­llo de ca­fé.

En ese te­rre­no, pa­la­da­res po­lí­ti­cos apar­te, es­tá en jue­go no una dis­cu­sión de so­bre­me­sa, ni si­quie­ra la ma­yo­ría en el Con­gre­so, si Juan Ri­quel­me va al Mun­dial: hay mi­les de mi­llo­nes de dó­la­res en re­ser­vas pe­ro sin des­ti­no fi­nal de­ci­di­do.

Otra hue­lla, a con­si­de­ra­ción del se­na­dor Ge­rar­do Mo­ra­les, por es­tas ho­ras "el pue­blo Ar­gen­ti­no le di­jo a los Kirch­ner: ¡Pa­ren, has­ta acá lle­ga­ron!" así lo de­cla­ró a TN el jue­ves por la no­che y la ase­ve­ra­ción es re­ba­ti­ble, por­que en el mis­mo te­rre­no de las in­ter­pre­ta­cio­nes, vá­li­das por ejer­ci­cio de­mo­crá­ti­co, no se co­no­ce la fe­cha en la que se rea­li­zó ple­bis­ci­to al­gu­no y la reac­ción po­si­ti­va de los mer­ca­dos en la vís­pe­ra an­te la nue­va es­tra­te­gia (léa­se del Fon­do de De­sen­deu­da­mien­to Ar­gen­ti­no) no de­ja de­ma­sia­das du­das.



2 COMENTARIOS:

Anónimo dijo...

"Anunciar en Clarín es lastimar al país"

Descartamos como alternativas viables los enfrentamientos en el frente legal o el frente internacional. Además, como forma de extender esta propuesta al conjunto de la sociedad -y no sólo a los miembros de las instituciones involucradas en este frente-, descartamos el enfrentamiento en el frente institucional.

Esto nos deja sólo el frente de propaganda, aquel en el que la Corporación Mediática es más fuerte, como alternativa. En este punto es necesario aclarar que nuestra propuesta es sólo un aporte a la defensa del Gobierno y no creemos que sea suficiente ara inclinar la balanza. Pero sí se trata de una propuesta útil, concreta y fácilmente realizable por la mayoría de nosotros. Para explicarla, necesitamos identificar algunos de losactores que participan en un hecho mediático:

El Emisor: esto es lo que hemos dado en llamar la Corporación Mediática. Incluye a los cronistas, presentadores, editores, directores y dueños. Todos ellos comparten la responsabilidad sobre la línea editorial. Cuando la noticia no es un hecho sino una declaración, quien declara podría ser también responsable, aunque para confirmar esta responsabilidad es necesario analizar el nivel de tergiversación aplicado. Nótese que la Corporación no es ya un intérprete de la realidad sino su generador.

El Receptor: es el público al que van dirigidos los mensajes de la Corporación. Somos nosotros como individuos y somos responsables de su efecto en nosotros mismos y en quienes nos rodean. Aceptar un mensaje sin antes confrontar la fuente con otra fuera de la Corporación, sin preguntarnos quién lo emite, por qué, en qué contexto y cuáles son sus objetivos es un acto irresponsable. Para ponerlo en otros términos, es algo así como aceptar una bebida que nos ofrece un extraño en la calle. No alcanza con evitar los medios de la Corporación. Si la Corporación inicia una campaña para generar inflación, por ejemplo, más allá de que nosotros no seamos público de sus medios, el resto de la sociedad sí puede serlo y nos vemos afectados de la misma forma.

El Anunciante: es quien, a cambio de publicidad, invierte su dinero en el Emisor para que este disribuya sus mensajes. Entonces, al dar su aval, los anunciantes son claramente el sustento económico de una línea editorial dada y son también responsables de la misma.

Proponemos enfrentarnos a la Corporación Mediática mediante el desarrollo de una imagen negativa de sus anunciantes. Ante la publicación de una noticia que ataque al Gobierno Nacional, realicemos una lista de los anunciantes que posibilitaron con su dinero que la misma sea emitida. Asociemos en nuestros blogs, nuestra radios, nuestras revistas, la noticia, su carácter de ataque y el nombre o la marca del anunciante. Expliquemos cómo este hecho determina nuestra visión negativa del anunciante y sus productos, cómo invertir dinero en un ataque al Gobierno hace que mucha gente no quiera comprar sus productos, cómo esto deteriora su imagen entre nosotros y nuestro círculo. Compartamos nuestras experiencias negativas con los productos o servicios anunciados. Asociemos en los bucadores más populares a estos nombres con el hecho negativo del que están siendo partícipes. Los directivos de las empresas auspiciantes son suceptibles a la percepción negativa del público. En el mejor de los casos, complicaoms los ingresos por publicidad de la Corporación. En el peor, seguimos como hasta ahora.

Anónimo dijo...

Hola! Me quiero sumar al movimiento bloguero peronista! Se pueden contactar en mi blog y me dicen como. Saludos!